PÉRDIDAS PERINATALES
Perder a un bebé que se estaba esperando o que recién había nacido es una experiencia desgarradora. Seguramente no se entienda del todo si uno no ha pasado por ello.
Y si bien ahora sabemos de la intensidad del sufrimiento por el duelo de una pérdida perinatal hasta hace bien poco continuaba la creencia popular de que no era para tanto y que lo mejor era tratar de olvidarlo rápido e incluso tener otro bebé cuanto antes .
Pero los especialistas sabemos que esto no es así. Superar el impacto de una perdida temprana pasa necesariamente por transitar dolorosamente el camino del duelo, cada uno a su ritmo y a su manera pero no sin sufrimiento. El dolor ante una pérdida perinatal o neonata es tan profundo que suele requerir de ayuda profesional para acompañar y elaborar tan duro golpe. Además las parejas pueden ver resentida su relación ya que observan grandes diferencias a la hora de sentir la angustia y tristeza y en el modo de enfrentar el duelo.
Y es que con frecuencia nos olvidamos de que el hombre también sufre. Aunque es la mujer quien sufre el mayor impacto a todos los niveles (psíquico y físico), también ellos lo pasan realmente mal. Porque si en la sociedad el duelo perinatal es un tema silenciado, en los hombres lo es aún más, y les demandamos que sean el soporte de la mujer cuando también ellos necesitan un soporte para manejar el dolor por la pérdida de su hijo.
Por ello, en CALMA valoramos individualmente cada caso de cara a proponer la mejor intervención posible
DUELO NORMAL
Algunos síntomas habituales de un duelo por una pérdida perinatal pueden ser:
La elaboración del duelo depende de diferentes factores como la historia previa de la familia, el tipo de pérdida, la manera de ser de cada uno, el trato recibido por los profesionales sanitarios en torno a la pérdida… si bien es cierto que la pérdida-muerte de un hijo es algo difícil de asimilar por uno mismo y que en muchas ocasiones requiere del apoyo o acompañamiento por parte de un profesional especializado.

Se diferencia del Duelo Normal fundamentalmente en su intensidad y duración. Es normal la sintomatología ansioso depresiva que irá tomando diferentes formas con el tiempo y que poco a poco, según pasen los meses, irá remitiendo. Pero pueden darse casos en los que la sintomatología no disminuya y que la mujer o su pareja no sean capaces de retomar su actividad habitual y capacidad de disfrute.
Otras veces puede ocurrir que sintamos que nos hemos recuperado extrañamente bien y rápido de la situación, pero al cabo de unos meses o al intentar tener otro hijo comenzamos a encontrarnos mal, surgen dificultades para dormir, ansiedad, irascibilidad, sensibilidad… y nos comienzan a inundar sentimientos de rabia, tristeza o impotencia. O tal vez sentimos que estamos como “anestesiados emocionalmente”, pero comenzamos a mostrar quejas somáticas de manera que nuestro cuerpo parece querer expresar todo el sufrimiento al que no estamos pudiendo prestar atención y dar salida.

Quedar embarazada después de haber sufrido una pérdida produce un torbellino de emociones difíciles de digerir pues se entremezclan ilusión y miedo, alegría y tristeza. Cómo se haya podido elaborar el duelo integrar la pérdida del por el bebé perdido determinará en gran medida cómo se viva el nuevo embarazo y la posibilidad de que el hijo que está por nacer pueda ocupar un lugar propio en la familia sin “sustituir” al fallecido.
También va a ser importante ayudar a los padres para que permitan que el nuevo niño que ha de venir no sea sobreprotegido y se le permita desarrollarse con autonomía y normalidad.

Cuando decidimos llevar a cabo una Interrupción Voluntaria del Embarazo solemos tender a justificar racionalmente el aborto; en ese momento pensamos que es lo mejor que podemos hacer, que no nos quedaba otra salida, que son unas células… pero por dentro es normal sentir un gran desasosiego y vacío difícil de explicar.
Estos sentimientos pueden pasar inadvertidos en un principio y tan sólo más tarde (por ejemplo al replantearnos la maternidad o con el paso del tiempo sin descendencia, o al vivir un nacimiento cercano en la familia…) sea cuando aparezca un profundo malestar. O puede que ya desde un primer momento nos sintamos muy mal, con mucha culpa por la decisión tomada y sin poder pasar página de aquello que sucedió.
El SPA (Síndrome Post Aborto) está descrito como el conjunto de síntomas que una mujer que ha abortado presenta:
- Depresión
- Ansiedad
- Sentimiento de culpa
- Ira
- Incapacidad para perdonarse a sí misma o a otros
- Trastornos del sueño
- Pensamientos o tendencias suicidas
- Dificultad en las relaciones
- Promiscuidad
- Sentimientos de rechazo o animadversión hacia su propio cuerpo
- Miedo a la muerte o a quedar estéril
- Uso de alcohol u otras drogas como vía de escape…
En calma la mujer va a poder sentirse escuchada y aceptada en un espacio donde sentir y expresar lo que supuso para ella el aborto en ese momento y cómo le afecta en el presente.